Esa cosa llamada MIR

MIR Anestesia

 

El MIR es de esas cosas que son como el fin de año o como las patas de gallo. Que llegan, lo quieras o no. Hace muy poquito tiempo ha sido el examen MIR de este 2018 y verlo en redes sociales hace que vuelva a aparecer en mis pesadillas. Ya sabes. Esa sensación que te asalta cuando empiezas a leer la primera pregunta de Estadística y sientes que se te abren las carnes como si te hubieran destinado a la Guardia de la Noche (y me refiero a la de Juego de Tronos, no a la de anestesioblasto, aunque me cabe la duda de cuál de las dos es peor).

¿Cuál es la respuesta correcta? 

  1. El riesgo relativo de presentar hemorragia digestiva por sobredosis de café para mantenerme despierta es 10. 
  2. El riesgo atribuible a la exposición de café es 0.045
  3. El riesgo relativo de que me dé un infarto por el ritmo de vida que estoy llevando es 15 y el riesgo relativo de los expuestos es 0.9. 
  4. ¿A quién carajo se le habrá ocurrido inventarse lo del riesgo relativo?
  5. ¿Y el atribuible? Que lo envíen a la Guardia de la Noche. 

A ver, esta no me la sé. La siguiente:

La serratia rubidae es…

  1. Un bacilo gramnegativo anaerobio que produce endocarditis en los pacientes ADVP.
  2. Un bacilo grampositivo aerobio típico de infecciones pulmonares
  3. Pero…¿ese bicho existe?
  4. Si existe…¿en qué pagina de los p… apuntes estaba?
  5. Uf, no sé, será la primera (a ver si suena la flauta)
Resumen: volver a soñar con el MIR es como acostarse pensando en que tendrás sueños «articulándote» con Hugo Silva y soñar con el catedrático de Anatomía de primero de carrera que te pregunta de qué tipo es cada articulación del cuerpo.
En fin… que llegarán las notas provisionales en las que habrá crujir y rechinar de dientes; las notas definitivas, que te harán replantearte tu existencia más que nunca y, finalmente, los pobres aspirantes a anestesioblastos se encontrarán sentados en una sala al lado de un tipo que —mira por dónde— tiene el número anterior a ellos y les dice que quiere su misma plaza en el mismo hospital. Si hay un momento en el que un médico piensa en no preservar la vida es ese. Lo matarías.
Pero seamos optimistas: puede que termine siendo tu co-erre del alma. Pensemos en que nuestra pobre aspirante a anestesioblasta pueda elegir finalmente la especialidad que quería —esa gran desconocida llamada Anestesia—, que va a salir exultante de la elección de plaza y va a llamar a su familia para gritar ¡SÍ! Vale.

¿Y ahora?

No sé si os he dicho alguna vez que, para mí, cualquier periodo MIR de cualquier especialidad es como un queso gruyere. Sí, soy así de romántica, qué le vamos a hacer.

En el año de R1, la anestesioblasta ve el queso entero y se acostumbra a su forma y a su olor (sobre todo, en el quirófano de cirugía abdominal), pero aún no lo ha partido, así que no sabe que el queso está lleno de agujeros.

En el año de R2, partimos el queso y empezamos a ver todos los agujeros, pero no le damos importancia porque el sabor del queso es especial e intenso cada día.

El R3 es consciente de todos y cada uno de los agujeros del queso. Se ha convertido en un experto en su sabor, pero no lo suficiente como para distinguirlo de otros quesos.

El R4/R5 está hasta los mismísimos del queso. Lo que quiere es que le dejen elegir menú.

Sin embargo, en tu primer año de adjunto ese queso, que habías llegado a aborrecer, se convierte en la única vianda que llevas en la alforja. Y aprecias el queso como un buen gourmet.

Así que, mis queridos R ceros, futuros anestesioblastos, sé lo que estáis pasando ahora mismo. Lo sé. Ánimo. Cualquier parecido con Anatomía de Grey es pura coincidencia. Se parece más a la Guardia de la Noche, la Guardia de la Noche con epidurales. Pero España necesita anestesistas. Así que a por ello.

Bienvenidos.

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